Blanco y rosa mexicano

Blanco y rosa. Blanco y rosa mexicano para ser más exactos y así no confundirlo con el rosa de la pantera rosa o el rosa de la camiseta del Palermo, que parece que es el mismo pero no es el mismo, porque no es mexicano.

La decisión de cambiar el color de los taxis que circulan en el DF, que en un principio pareció un capricho, al parecer no es tal, que todo indica que es parte de un proceso de construcción de imagen de la ciudad que tomará el blanco y el rosa mexicano como colores distintivos. Al menos esos fueron los colores ocupados para difundir por redes sociales el segundo informe de gobierno del Dr. Mancera. Veo que algunas dependencias públicas capitalinas ya ocupan los colores en su página de Facebook. Nada es casual, todo es parte de una coherente política de construcción de marca (city branding que le llaman). Primero los taxis, mañana pueden ser los trolebuses, las estaciones y vagones del metro. ¿Por qué no el nuevo aeropuerto? Después de todo su arquitectura apela a la mexicanidad (al menos eso es lo que dicen sus arquitectos), y pocas cosas más mexicanas que el rosa mexicano.

Ciudad de vanguardia, el DF ha cambiado cuatro veces el color de sus taxis en 15 años. El Tsuru es el mismo, el taxista sin mapa, GPS ni preparación es el mismo, pero ahora su coche está pintado de blanco con el techo rosa mexicano (la medida no rige para las unidades pirata, que siguen funcionando como hasta ahora). El problema es que en cinco años más habrá otra administración, que también querrá construir su propia marca de ciudad, y la marca se reconstruye con colores nuevos, que el catálogo de colores pantone es muy extenso, y las combinaciones son infinitas.

Pocas cosas más peligrosas que un burócrata con iniciativa.