Las frías estadísticas señalan que menos del 1 por ciento de la población chilena vive en asentamientos irregulares, que a nivel urbano la dotación de agua potable y alcantarillado domiciliario es de prácticamente el 100 por ciento, que la irregularidad en la tenencia de la vivienda es algo cada vez más raro, y que a pesar de todas las críticas – válidas por cierto – que se pueden hacer (que las casas son chicas, que son feas, que están lejos, que no tienen árboles), resulta imposible no reconocer que en materia de vivienda mi país tiene razones más que poderosas para sentirse orgulloso.
[Leer +]