El ruido de la congestión motorizada dio paso al más amigable bullicio de las actividades recreativas y culturales, 7 días a la semana, 365 días al año. [Leer +]
De nadie he aprendido más de diseño urbano que de mis hijos. Observarlos, escucharlos, y meterse en sus zapatos es la mejor manera de pensar y concebir una ciudad verdaderamente incluyente. [Leer +]
La planificación es buena hasta que la realidad demuestra lo contrario: un buen diseño siempre carga en su ADN un saludable grado de adaptación y flexibilidad. [Leer +]
Los arquitectos odian las erratas: son capaces de ordenar demoliciones enteras con tal de que exista total congruencia entre lo dibujado y lo construido. Son personas sensibles. [Leer +]
El paradero del Maestro Lucho es rápido y barato, de alguna manera cumple su función, pero difícilmente constituye un aporte al espacio público. Su arquitectura es la de los gallineros, los mataderos, las vulcanizaciones, pero no la de los espacios públicos. [Leer +]
La inequidad en la ciudad también se refleja en la manera como repartimos el pavimento. Por eso la redistribución de la calle es un asunto de mínima justicia urbana. [Leer +]
El comercio informal no es malo per se. Bien manejadas, estas verdaderas serpientes de lona pueden constituirse en algunos de los espacios más atractivos de la ciudad. [Leer +]
El yarn bombing consiste en crear una pieza en tejido de punto o crochet, instalar esa pieza en un lugar público de la ciudad, para luego salir corriendo y campante. Sin sonrisa no hay tejido callejero. [Leer +]
Una buena intervención en el espacio público es aquélla que nos invita a una detención casual, no planificada, que nos saca de lo ordinario de la rutina. [Leer +]