Peatones y ciclistas: tan parecidos y tan diferentes

Los apóstoles de las dos ruedas hace mucho rato salieron a escena. Se trata de personas que han convertido el pedalear en una causa, y a la bicicleta en un modo de vida. Lo suyo es ciclismo por convicción, y como buenos creyentes toman como misión personal el divulgar la buena nueva al resto de la gente. Por ello arman asociaciones, editan pasquines y blogs, y organizan cicletadas, foros y seminarios para difundir la palabra sagrada desde el púlpito del sillín. Son entusiastas e incansables, quizás algo mesiánicos, pero lo suyo es una cruzada honesta, propia de tipos que, como el cowboy sin su caballo o el vagabundo sin su perro, se sienten desnudos e incompletos sin la compañía de su fiel bicicleta.

Paso de cebra en Murcia, España

De acuerdo a las estadísticas, el conjunto de personas que pedalea rara vez supera el 5 por ciento en las ciudades latinoamericanas, pero el empuje y tenacidad de los apóstoles del pedal  ha logrado que en los últimos años el uso de la bicicleta sea un tema cada vez más presente en la agenda urbana. Expresiones antes desconocidas, como ciclovía o bicicletas públicas, hoy son de uso común en el lenguaje tanto de autoridades como de ciudadanos que descubren las ventajas de desplazarse sobre dos ruedas en urbes que durante décadas fueron pensadas para ser recorridas en cuatro.

Vamos a la otra orilla. Los peatones son muchos más que los personajes anteriormente nombrados. De hecho, la mayoría lo somos en algún  momento del día, aunque sea por un breve período. Sin embargo, y a diferencia de los ciclistas militantes, es muy raro encontrar a alguien que se defina como peatón por convicción. A pesar de los números, declararse peatón es como ser albino o seguidor del Necaxa. Las asociaciones de transeúntes siguen siendo una rareza, y las pocas que hay se encuentran en su mayoría en países desarrollados, donde sus derechos generalmente están bastante más protegidos que en los nuestros.

Cada año, uno de cada diez mil habitantes del DF muere atropellado, una cifra escandalosa comparada con la de las ciudades desarrolladas, y sin embargo no existe ningún grupo organizado que promueva la creación de una cultura peatonal en la capital del país. En el resto de México la situación es la misma, como si en estos lados el andar a pie fuera una actividad que no necesitara de apoyo ciudadano para realizarse de una manera atractiva y segura. No tengo clara la razón de la apatía peatonal, sobre todo teniendo en cuenta que hay asociaciones ciudadanas para todos los gustos: de amantes de los pájaros, de dueños de Vochos, de fans de Star Trek y don Ramón, de aficionados de los Chapulineros de Oaxaca…, pero cuando se trata de buscar a peatones organizados, lo único que se encuentra es silencio, y eso que podrían representar a millones de personas. A lo mejor por ahí está la clave: ser peatón nos diferencia en poco y nada de los demás, y si no se puede marcar una distinción respecto a otros grupos, difícilmente la idea de asociarse tendrá algún atractivo. Como que para mucha gente el crear una asociación de peatones suena igual que armar una federación de seres humanos, algo que resulta innecesario dada su nula diferenciación de un otro.

El problema es que estas organizaciones sí se necesitan, y harto. La arraigada –y estúpida- creencia que el transeúnte por andar sobre sus dos piernas siempre se las puede arreglar en la ciudad ha originado espacios públicos cada vez de peor calidad, donde la caminata es un martirio tan aburrido como peligroso. Parece que en nuestras mentes resulta normal pensar que no es necesario tapar hoyos, porque el peatón puede rodearlos, ni tampoco eliminar obstáculos, que el peatón los puede saltar, y si el cruce es peligroso están sus piernas para correr.

Ciclistas y peatones son las dos caras de una misma moneda, pero una grita lo que la otra prefiere callar; una discute y propone, mientras la otra asume y se resigna. En el álbum familiar de la ciudad, el ciclista es el miembro exitoso que sale adelante a pesar de tener todo en contra, relegando a las páginas finales al peatón, el pariente pobre que hace un buen rato aceptó resignadamente su discreto lugar en la sociedad, olvidando que las ciudades se arman desde el espacio peatonal, y que nada mejor que la opinión y acción de los usuarios para corregirlo cuando éste es deficitario, inseguro o poco funcional. Con la mitad del entusiasmo que hoy día muestran las organizaciones ciclistas se podría dar un gran cambio en la manera en como se caminan nuestras ciudades, recuperando para las personas el espacio público de convivencia por antonomasia que es la calle.

11 Comentarios en Peatones y ciclistas: tan parecidos y tan diferentes

  1. Me encantó tu artículo. Creo que llevas razón al argumentar a favor de los peatones. Yo llevo más de 20 años defendiendo los derechos de los ciclistas con convicción y con determinación, pero creo, como tú, que eso nunca se debe hacer menoscabando los intereses, los derechos y las necesidades de los peatones. Por eso, y observando cómo se está deteriorando el panorama el pasado miércoles escribí en mi blog ésto:

    http://bicicletasciudadesviajes.blogspot.com/2010/11/soy-peaton-tengo-derechos.html

    Un saludo,
    Eneko

  2. Estupendo texto.
    La única razón que veo a primera vista es que andar en bicicleta te coloca en un estado de ánimo, físico y mental, óptimo para emprender acciones y organizar un verdadero movimiento ciclista, como ha estado sucediendo en México y otros países.

  3. Un articulo verdaderamente interesante aunque creo que merece la pena mencionar a las asociaciones de Peatones de Sevilla y los Peatones de Quito como ejemplo de colaboración y posibilidad de la lucha peatonal hispanoamericana en la actualidad.

    • Las asociaciones de Quito y Sevilla cuentan con un fiel seguidor desde hace un buen tiempo, y por ellas no siento más que admiración y respeto. Lamentablemente, siguen siendo la excepción que no hace más que confirmar la regla.

      Saludos desde México

  4. Hola Rodrigo, chévere tu artículo. En Quito hemos formado la Asociación de Peatones, justamente porque hemos visto la necesidad de organizarnos, reclamar nuestros derechos y recuperar a la ciudad para los peatones. El momento en que pensemos en los de a pie, la ciudad será para todos. Anímate a formar una asociación en México. Es necesario que estemos organizados. Visítamos en http://www.peatones.org y escríbenos a coordinación@peatones.org , ahí podríamos compartir muchas cosas.

    • Estimado Peatón Man,

      Su nombre no me es desconocido en absoluto, y soy un fiel lector de su página. De hecho, le dediqué un artículo hace algún tiempo:

      El Capitán Zapato y Peatón Man se toman el dial


      Tuve la oportunidad de visitar Quito hace algunas semanas, y creo que gran parte de la gran calidad de su espacio público se debe al trabajo de ustedes. Lamentablemente, la apretada agenda me impidió tomar contacto con su asociación, pero probablemente me aparezca por esos lados el próximo año, oportunidad en la que espero podamos tomar contacto en vivo y en directo.

      Un abrazo

      • Hola Rodrigo, sería bueno tomar contacto en vivo y en directo, la próxima vez que vengas por este lado del mundo date un tiempo para reunirnos. Gracias por difundir la causa peatonal.

  5. Notable análisis.

    Creo que esta falta de movimiento en el mundo peatonal, por llamarlo de algna forma, tiene que ver con la resignación y a aceptación que la mayoría tiene con un sistema de transporte urbano basado en el automovil, siendo este el premio al éxito. Se me ocurre que cada uno ve el ser peaton, como un estado pasajero, desagradable, efímero del que pronto saldrá para detenerse o subirse a un modo de trasporte que no le signifique efuerzo. Entonces para que preocuparse de lo peatonal, si muy pocos quieren estar ahí?

    En lo peatonal no hay nada que fomentar, algo material, salvo zapatillas o cómodos zapatos. Sin embargo la ciudad tiene mucho que ofrecerle, al contacto, al aceso, a la tranquilidad, al respirar y al silencio. Para eso debemos transformar las ciudades, de manera que inviten a permanecer en ellas, en el espacio abierto. Quizás por ahí va la cosa.

  6. Me reí mucho con la descripción de “apóstoles de dos ruedas”. Me recordó un video de una serie gringa llamada “Portlandia” donde se ríen de ciertos estereotipos de habitantes “onderos” y políticamente correctos de la ciudad de Portland, y uno de ellos es justamente un ciclista urbano, el clip está aquí http://www.youtube.com/watch?v=V3nMnr8ZirI .

  7. Y los automovilistas son los viejos alcohólicos y abusivos que golpean brutalmente al exitoso ciclista y al resignado peatón por tener la osadía de querer respirar su mismo aire

  8. Margarita Flores del Campo // 25 abril 2013 en 12:44 pm // Responder

    Me gusta andar en bici. Adoro las bicicletas porque las encuentro lindas y prácticas, además de ser amigables con la naturaleza…pero no me siento nada de lo que dices acerca de lo mesiánico, ni me creo el rollo de la tremenda causa, eso del «apostol» del pedaleo. ¿Qué es eso? Sólo veo en tu columna a alguien que quiere sobresalir por original, que exige su minuto, segundo de gloria. Los ciclistas maleducados, violentos, prepotentes, lo son arriba y abajo de una bicicleta. El problema es el maltrato en general ya ampliamente espectacularizado en los medios.

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