Considerados los invitados ideales para un cóctel pero los menos indicados para dirigir una ciudad o un país, los arquitectos sufren a nivel internacional aquel estigma que dice que antes que nada son personajes que saben mucho de nada. Por eso no es extraño que mientras hay cientos de abogados, médicos, ingenieros o economistas que han sido presidentes, gobernadores, senadores o diputados, los arquitectos que han ocupado estos cargos puedan contarse con los dedos de la mano. Menos aun son los que los han ejercido de manera decorosa.
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